Se trata de un tipo particular de uso sexualizado de sustancias, vinculado a la cultura sexual LGTBI+.
El término chemsex, de origen británico, surge de la fusión de las palabras chems (derivada de chemicals, como alusión a las drogas) y sex (sexo). Este fenómeno se caracteriza especialmente por ser intencional y por dar lugar a largas sesiones de sexo, que pueden prolongarse durante muchas horas, o incluso varios días.
El chemsex es más prevalente en las grandes ciudades, pero también es común en los destinos vacacionales más populares entre personas LGTBI+. En España, las personas que practican chemsex se refieren al mismo con términos de argot como: sesión, colocón, lío, guarrichill, etc.
Las sustancias más utilizadas en este ámbito incluyen, principalmente, GHB, mefedrona, metanfetamina, cocaína, ketamina y poppers. Los efectos de algunas de estas sustancias provocan euforia y una desinhibición excesiva, que en este contexto sexual puede conducir a ciertas actividades extremas.
La evidencia disponible muestra que estas prácticas son más frecuentes en ciertos subgrupos de hombres homosexuales, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres, particularmente aquellos con VIH, migrantes, trabajadores sexuales y usuarios de PrEP.
No todas las personas que practican chemsex son conscientes de que están experimentando consecuencias negativas como resultado de estas prácticas. Ni todas las personas parten del mismo punto, ni tienen el mismo patrón de consumo de drogas. Sin embargo, cuando estas prácticas se intensifican o se convierten en un hábito habitual, es más probable que aparezcan efectos no deseados o, en el peor de los casos, que tengan un impacto grave en su salud.